DE LUCES Y SOMBRAS       Al despertar la mañana,   tu sombra me asalta,   y me sumerjo en mi lucha   para no echarte en falta.       Buceo en mis recuerdos   buscando la decadencia   de la mente atormentada   que justifica tu ausencia.       Injustificable, por cierto,   mi poca fe en el olvido,   pues no hay razón alguna   para recordar lo vivido.       No acordarme de ti   un gran alivio sería,   pero no sé si tu recuerdo   lo soportaría.       Como de justicia sería   reconocer también   que tu sola presencia   calienta mi atardecer.       ¡Pero con fuego de azufre!,   pues del infierno proviene   este deseo animal   lleno de herrumbre.       Ni soy un santo,   ni parecerlo quiero,   pero enfermo de angustia   cada vez que en ti pienso.       Y pienso a menudo,   no te creas que no.   Lo que no está muy claro   es que sea por amor.       Por desamor tampoco.   ¿Por orgullo?, tal vez.   Comparado con tu soberbia,   ¡una pequeñez!   ...
El dedo en la llaga, le pese a quien le pese. Auto ensalzamiento de mi figura artística y cultural.