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02 - LA TRAICIÓN TRAICIONERA

 

LA TRAICIÓN TRAICIONERA

 

En los albores del tiempo,

solo eras tú,

cálida y penetrante,

de envolvente luz.

 

Reinabas sobre todo,

mas no había nada,

y estar acompañada

tú deseabas.

 

De tu vientre virgen

algo brotó;

extraña sensación

que llenaste de amor.

 

«¡Yo seré tu reina!

¡Tú serás mi dios!

¡Y hacia la eternidad

viajaremos los dos!».

 

Llena de felicidad,

así le hablaste,

y él fingió

atento escucharte.

 

Nunca imaginaste

ni pudiste prever

la traición traicionera

que habría de acontecer.

 

A tus espaldas,

él la vida creó,

y rey de los cielos

se proclamó.

 

Creó la inmundicia

y la depravación;

absurdo invento:

«humanos» nos llamó.

 

Solo quiero adorarte

a ti y a nadie más.

Solo tú eres sagrada,

mi bella soledad.

 

Y muchas otras cosas

él iba creando,

y en el olvido

tú ibas entrando.

 

Creó montañas,

ríos y árboles.

Se mostró ufano

de que pudiesen adorarle.

 

De sus monos parlantes

estaba él satisfecho.

A su imagen y semejanza

nos había hecho.

 

«¡Seréis como una plaga!

¡La Madre Tierra asolaréis!

¡Todo ser viviente

vosotros aniquilareis!

 

»A cambio os concederé

el don de mentir y engañar,

que os creáis dioses

y con la gloria soñar.

 

»Cizaña entre vosotros

yo he de sembrar,

y la discordia

hará lo demás.

 

»Nombraréis reyes

que os gobernarán,

y vasallos seréis

todos los demás.

 

»Y aquel que ose

por sí mismo pensar

desterrado será

con la soledad.


Solo quiero adorarte

a ti y a nadie más.

Solo tú eres sagrada,

mi bella soledad.


Y así fue como

te cogieron miedo,

a base de argucias

disfrazadas de cielo.

 

Los llamados humanos

nos fuimos multiplicando,

y todo lo sagrado

lo fuimos arrasando.

 

Nos creímos sabios,

nos vimos con poder

de avasallar al semejante

y su vida poseer.

 

Esclavizamos y matamos

en nombre de cualquier dios,

en busca de la quimera,

de la salvación.

 

Reyes analfabetos,

sacerdotes ateos,

pueblo cínico,

hermandad de fariseos.

 

Transcendiendo al tiempo,

hemos ido aprendiendo

a disfrazar de verdad

lo que ha ido sucediendo.


Por necesidad nos juntamos;

a los conejos asemejados,

 a la bella soledad

hemos ido asesinando.

 

Atravesando muchas edades,

hasta hoy hemos llegado.

Todo sigue igual;

nada ha cambiado.

 

Yo solo quiero adorarte,

a ti y a nadie más.

Solo tú eres sagrada,

mi bella soledad.

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