DIVAGACIÓN 39
El
ruido de un martillo
golpea mi mente sin parar.
Los
rumores eran ciertos:
ya
podemos pasear.
Yo no
lo tengo muy claro,
pues
para eso hay que andar:
primero
un pie y luego el otro;
no sé
si me voy a acordar.
Por
parejas o por tríos,
parece
la calle un lupanar.
Corrillos
en las esquinas,
todo
el mundo quiere saludar.
Mejor
me quedo en casa
con
mis tinieblas y mi soledad.
La
gente pregunta mucho,
y yo
no tengo nada que contar.
Ya
sonó el toque de queda
ahora
que iba a salir.
Lo
dejaré para mañana,
que
esta noche toca dormir.
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