EXTRAÑOS PRESAGIOS
Extraños presagios
se divisaban en el
cielo:
su color plomizo
y el volar de negros
cuervos.
El día no era
corriente,
no había empezado
normal;
el cucú del reloj
se había convertido
en un graznar.
La noche me había
traído
una pesadilla
horrenda,
envuelto en sudor
y con palidez
siniestra.
En mi sueño veía
caras,
todas ellas
deformadas,
caras que antaño
eran jóvenes y
lozanas.
La última vez que
soñé
de forma similar,
acontecimientos
terribles
se empezaron a
manifestar.
Era una primavera
radiante,
pero las flores se
marchitaron,
se hicieron muecas
y los colores en
grises tornaron.
En el fondo de mi
alma
algo intuía,
barruntaba la
tormenta,
sabía que llovería.
Gotas finas de
angustia
de un cielo
semicerrado
anunciaban la
tempestad
a mi corazón agitado.
Como quien no quiere
la cosa,
me hacía el
distraído,
intentaba disimular,
no quería que fuese
conmigo.
La voz cada vez
más fuerte resonaba.
Se asentaba en mi
cabeza,
mi mente martilleaba.
¡Desde abajo te
devoran!
¡Desde abajo de
devoran!
¡Estate alerta!
¡Pronto llegará la
hora!
Aquello resonaba
una y otra vez.
Me estaba
obsesionando,
no sabía qué hacer.
(CONTINUARÁ)
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