DIVAGACIÓN 17
El
farol de la deslumbrante señora
alumbra
mi cauteloso andar.
Miro
en cada rendija
por
si hay algo que observar.
Su
sonrisa se engalana
y su
escote ensanchado está,
luciendo
falsas joyas
que
ningún joyero osó tallar.
Bambolea
su figura
al
vaivén de mi mirar.
Pasea
su exuberancia
en su
exuberante caminar.
Con
artificios artificiosos,
mi
atención logra captar.
Son artimañas
aprendidas
en su
ya largo rodar.
Me
froto bien los ojos,
desaparece
la visión.
¡Maldita
cuarentena
y
maldito cuarentón!
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